lunes, 12 de mayo de 2008

La visión de un chico de 18 años sobre la formación educativa

La ley del mínimo esfuerzo
Por Adrián Pumares Suárez

Me hace mucha gracia cuándo se habla de reducir el fracaso escolar: nadie propone para eliminarlo dar más horas de matemáticas o de lengua y literatura, o, al menos no este gobierno socialista. La única solución que propone, que se le ocurre, es aumentar el número de suspensos permitidos para pasar de curso; esto consigue, en la estadísticas, que parezca que los niños estudian más y mejor. Es decir, dirán: "un 70% de los jóvenes pasan de curso, pero no dirán que aprueban con cuatro suspensos... simplemente "progresan".

Y a mí este hecho me da pavor; y me da pavor porque tengo 18 años, y empiezo este año la universidad, y pienso: "yo me esforzaré para tener estudios, progresar en la vida... pero otros no se esforzarán ni la mitad y tendrán las mismas oportunidades que yo". Y todo para que el señor Rodríguez Zapatero (por ser el que está ahora mismo en el poder) se pueda vanagloriar de haber reducido el fracaso escolar.

Hasta no hace mucho los estudios eran la oportunidad de los jóvenes de origen humilde (como yo) de progresar, de hacerse hueco y llegar a ser mejores; ahora no estoy seguro de para qué sirven realmente los estudios. No demuestran la capacidad de esfuerzo y la tenacidad, y además no dan unos conocimientos que puedan ser una buena base para el futuro.

Actualmente, lo único que le importa al ejecutivo socialista es hacer una educación que sirva para adoctrinar siervos, esclavos del progresismo sectario y discriminador del cual hace gala este gobierno. Se atreven a endosar a los jóvenes una asignatura como Educación para la Ciudadanía, cuyo único objetivo es hacer unos pequeños socialistas que garanticen la continuidad de una ideología cada vez más absurda y obsoleta.

Por si todo esto fuera poco, cuando los chicos suspenden, la culpa es del profesor, pero nadie critica la estulticia de los estudiantes.

Este es el resultado de una política educativa de poca calidad y sin planificación. Lo necesario es buscar un consenso en una Ley Educativa que contente a todos los ciudadanos, con el apoyo de los grandes partidos para que no se cambie cada cuatro años. El problema es si los partidos nacionalistas y el partido socialista podrán aceptar una Ley de Educación que haga de los jóvenes adultos inteligentes, con lo que posiblemente perdieran muchos votos.

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